Las trampas del New Age

Durante estos casi 25 años de apostolado me he dado cuenta que aún no lo he visto ni conocido todo. La gente se acerca a mí para platicarme sus testimonios, experiencias y situaciones relacionados con la Nueva Era; eso enriquece el llamado que Dios me ha hecho, pero también me hace ver la urgencia y el apremio de evangelizar.

Buscadores de la auténtica verdad

¿Tu fe es del tipo de programas de TV como “La Rosa de Guadalupe” o “A cada quien su santo”? ¿O tu fe, además de la sana enseñanza, está basada en el testimonio de fidelidad de los santos?

Si tú eres uno de estos buscadores de la verdad y de la felicidad, no caigas en las fauces insaciables de magos, brujos, chamanes, espiritistas o adivinos. Te hablaré brevemente de estas cosas para darte una orientación correcta y así puedas evitar caer en la trampa de tantos embaucadores, que buscan hacerse ricos a costa de los ingenuos y que, además, alejan de Dios a cuanto ser caiga en sus redes para llevarles de la mano hacia el reino oscuro de Satanás.

Se un cristiano auténtico, y no te olvides de ayudar a tantos otros que están desorientados, para que puedan encontrar en los laberintos de la vida el sendero que les lleve a Jesús, único Camino, Verdad y Vida.

Daños, efectos, consecuencias y… ¡soluciones!

Al final de una conferencia se acercó a mí una señora para felicitarme y contarme su testimonio. Ella había sido víctima de “trabajos espirituales” por parte de quienes querían hacerle daño. Me refirió que hace tiempo comenzó a tener una serie de complicaciones en sus pulmones y, mediante estudios científicos, finalmente le fue descubierto un tumor para el cual los médicos no tenían una explicación lógica sobre cómo apareció de la noche a la mañana y sin síntomas. Así, por medio de cirugía le extirparon el tumor y con éste la mitad de cada uno de sus pulmones.

Me contaba además que una pastora protestante había ido a su casa para orar por ella y pedir a Dios su sanación. Tal persona le exigió quitar de las paredes toda imagen religiosa, especialmente de la Santísima Virgen María, ya que -según la pastora- eso había acarreado demonios que infestaron la casa e interferían con la liberación, y por lo tanto había que deshacerse de esas cosas “poseídas”. Mi interlocutora se negó a tal petición y entonces la pastora sacó sal y aceite, los cuales frotó en su pecho para que la “liberación” se completara…. ¡Momento!, ¿y de dónde los sacó, si los protestantes no creen en los sacramentales ni en la doctrina bíblica y teológica que los avala?

Pues bueno, al proseguir con el relato, mi discernimiento me indicó que le hiciera otro tipo de preguntas, tales como si había acudido a lugares donde realizan limpias, a lo que me respondió afirmativamente y, justificándose, me dijo: “Me llevaron, pero yo no pagué nada”. Otra pregunta fue si ya había perdonado de corazón a quienes le habían hecho esos males; súbitamente su expresión se endureció y respondió con un tajante “No”. Le indiqué que perdonar en el Nombre de Dios a quienes le hechizaron y maldijeron era el paso siguiente y tal vez definitivo para que la sanación que Dios le ofrecía se realizara en ella de una vez por todas. Comenzó a llorar diciendo: “¡No puedo, no puedo perdonar!”. Fue en ese momento que hice una oración de intercesión para pedir al Señor le liberara del rencor que la ataba y que era consecuencia de la acción del Maligno en su vida atormentada.

También llamó mi atención un collar que portaba, del cual colgaba una bola con unas alas en la parte superior. Ella me decía que era un “llamador de ángeles”, el cual en su interior tenía algo metálico que, al momento de girarlo, emitía un sonido muy fino para que acudieran los seres celestiales a prestarle la ayuda solicitada. En cinco minutos le di una catequesis sobre el verdadero culto a los ángeles y le pedí se deshiciera de ese talismán.

Ya no he vuelto a saber de ella, pero espero en Dios haya perdonado a sus enemigos y recuperado la salud.

“Decía un escritor contemporáneo: ‘Quitad a Dios del mundo y se llenará de ídolos’. El Santo Cura de Ars decía: ‘Quitad al sacerdote de una parroquia y, en pocos años adorarán a las bestias’. ¿Exagerado? Lo cierto es que cuanto más los hombres actuales se alejan de Dios, más buscan desesperadamente a magos, espiritistas, adivinadores, brujos… En la medida en que disminuye la fe en Dios, aumenta la creencia en supersticiones. Todo lo que se refiere al ocultismo o esoterismo tiene cada día más aceptación, porque los hombres buscan ayuda para poder liberarse de sus males y ser felices”.

(Pbro. Ángel Peña, OAR. Líbranos del Maligno, 2007, p. 4).

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