New age

¿Decir “Amén” a todo?

¡Aguas!, la Nueva Era presenta a Cristo con imágenes de este tipo, obviamente sin cruz.

Comúnmente se ven en redes sociales cosas como las siguientes: “Si crees en el poder de Dios, responde amén y pásalo a tus contactos para que hoy reciban un milagro”… O bien: “Saludo al ser divino (al ser de luz, etc.) que hay en ti. Decrétalo en tu vida y en la de tus seres queridos y un milagro ocurrirá”. El caso es que muchos católicos, además de responder el tan solicitado “Amén”, lo publican en sus muros y lo comparten a más gente como si se tratara de oraciones con licencia eclesiástica y aprobadas por la Iglesia, o incluso mezclando estas pseudo-oraciones con imágenes sagradas de Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen María, o de plano con imágenes de hadas haciéndolas pasar por ángeles buenos.

Ante estas oraciones, aparentemente inocentes y efectivas, pregunto si se advierten los engaños contenidos. Si para alguna persona no es evidente el engaño, me permito ilustrar esta colaboración -para aclarar el punto- con las imágenes que aparecen en una página de Facebook llamada “Curaciones Milagrosas” la que, lamentablemente, es seguida por muchos cristianos católicos que buscan llenar esos vacíos de plenitud en Dios, a nombre de pretender llevar una espiritualidad sin religiosidad ni mucho menos con la vivencia de los Mandamientos, “al fin y al cabo cada quien puede creer en lo que quiera, ¿o no?”, me dirán algunos. A tal comentario respondo que no. Como católicos no podemos creer en lo que queramos, sino únicamente en aquellas verdades conocidas como dogmas de Fe, establecidas por Dios a través de la Iglesia a lo largo de dos milenios de Cristianismo: basadas en la Escritura, la Tradición Apostólica y el Magisterio eclesial.

No faltan católicos que se dejan llevar por éste y otros engaños, ajenos totalmente a la fe.

La fe, la creencia y la conciencia

No faltará quien objete lo siguiente: “Tengo libertad de conciencia”. La respuesta sigue siendo no, porque la conciencia no está sujeta a debate por el hecho que es a través de la misma por la que Dios nos habla señalando lo que para nuestro bien, purificación y santificación debemos creer y obedecer.

“Tal concepto de la libertad de conciencia es de origen masónico. La conciencia no es fuente de la moral, sino un testigo de la presencia de la ley moral grabada por Dios en la naturaleza humana. Ella no determina lo que está bien o mal. Eso es patrimonio de Dios. El oficio de la conciencia es decirle a la persona cuando no está obrando de acuerdo con los mandamientos de la ley de Dios” (Romanos 2,14-16) (Cfr. José Luis Pivel [2002]. Nueva Era: ¿Religión del Anticristo?, tercera edición: Editorial San Gabriel).

La cuestión de fondo es que no todo lo que se presenta con el título de espiritual es religioso, ni todo esto compatible con la fe y la enseñanza de la misma, mucho menos debe ser aceptado a la primera sin discernimiento y sentido común, por más frases bonitas con las cuales aparezcan en redes sociales, programas de televisión, radio y cuanto medio masivo se nos ocurra.

El “Amén” de la Biblia vs el “Amén” de la Nueva Era

Hoy mucha gente a todo o casi todo le dice “Amén”, como si se tratara de una simple fórmula para conseguir mágicamente aquello que se desea. El Pueblo de Dios, ya desde sus orígenes más remotos, sabía que la palabra “Amén” significa “Así sea”, pero también lo entendía como una manera de vivir ateniéndose irrestrictamente a lo dicho y mandado por Dios por el simple hecho de estar de acuerdo con Él; dicho de otro modo, es una profesión de fe.

La palabra “Amén” la encontramos por primera vez en el primer libro de las Crónicas: “Alaben al Señor porque es bueno. Porque es eterna su misericordia. Digan: ‘Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y júntanos de entre las naciones, a fin de celebrar tu nombre santo y tener nuestra gloria en alabarte. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre’. Que todo el pueblo diga: ‘Amén. Aleluya’. Todo el pueblo contestó ‘Amén’ y alabó a Yahvé” (1Cron 16,34-36).

Muy bonito, pero ya sabemos quién está detrás y definitivamente no es Dios.

Así que, ya sabiendo que la palabra “Amén” se trata de una profesión de fe al Dios verdadero y no a recetas fáciles y milagrosas que aparecen en internet, la próxima vez que les pidan en redes sociales decir esto y poner el respectivo “Like”, pueden simple y llanamente responder: “No, gracias. Sé bien en Quien he puesto mi confianza” (Cfr. 2Tim 1,12a).

“No vine para abolir, sino para cumplir. Les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, ni una ‘i’ ni una coma de la ley dejará de realizarse. Por tanto, quien quebrante el más mínimo de estos mandamientos y enseñe a otros a hacerlo será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero quien lo cumpla y lo enseñe será considerado grande en el reino de los cielos”. (Mt 5,17-20).