El cirio pascual simboliza a Cristo resucitado y se reparte su fuego para encender las velas que todos los fieles llevan a la celebración, significando que Cristo, “Luz del Mundo”, ilumina la vida de los hombres con su Resurrección.

¡Cristo ha resucitado! Éste es el mensaje siempre actual y vigente de la Historia de la Salvación.

En tu Luz vemos la luz (Salmo 36,9): la Iglesia en la Vigilia Pascual proclama a toda voz que las tinieblas han sido vencidas. El inicio de la Vigilia habla del paso de las tinieblas a la luz, de la noche al día. Las tinieblas simbolizan el pecado y la muerte; la luz simboliza a Cristo Resucitado. El cirio pascual simboliza a Cristo resucitado y se reparte su fuego para encender las velas que todos los fieles llevan a la celebración, significando que Cristo, “Luz del Mundo”, ilumina la vida de los hombres con su Resurrección. Somos el Nuevo Pueblo de Dios, nacido de la Pascua; peregrinos seguimos a Cristo resucitado, nuestro Camino, a través de esta vida hacia la Patria Celestial.

El símbolo de la luz del cirio cede el lugar a la realidad de Cristo, Luz del mundo, presente en su Palabra, proclamada en esa noche. San Pablo anuncia a la nueva Iglesia que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere más.

En esa noche se comprende más que nunca el por qué los primeros cristianos llamaron Eucaristía a la Cena del Señor.

La luz artificial e incandescente de la Nueva Era

Ésta se presenta a sí misma como la única y definitiva luz, rebajando a Cristo a segundo plano ya que -de acuerdo con sus postulados- sólo ha traído rayos tenues a la humanidad, los que ya han caducado; por lo que preparan el camino a Maitreya como el mesías definitivo. Maitreya ha afirmado: “una nueva energía impregna ahora el planeta, se trata del equilibrio entre las corrientes positiva y negativa que fusionados generan la luz divina”, y sus seguidores creen, afirman y enseñan que representa la armonía entre el orden y el caos, el equilibrio entre el bien y el mal, lo masculino y lo femenino, que cada uno lleva dentro de sí: “la presencia divina” (puede ser cualquiera) que habita en cada quien: la adoración del hombre como tal.

Los nuevaerianos creen en la reencarnación, confían su vida y destino a la influencia de los astros y se dejan llevar por lo oculto y misterioso.

En una conferencia en Londres el 21 de abril de 1990, se volvió a proclamar la llegada de Maitreya cuando éste reunió a 200 líderes mundiales de los campos de gobierno, negocio, ciencia, religión y periodismo, en el marco de una conferencia mundial.

El 12 de diciembre de 2008 Benjamin Creme, su “portavoz”, anunció que una estrella grande y brillante, visible durante la noche y el día en todo el mundo, aparecería para anunciar la primera entrevista de Maitreya.

En enero de 2009, informes de la vista de una estrella extraordinariamente grande se reportaron. La Sagrada Escritura dice a Satanás: “¡Como rayo caíste del cielo, lucero del amanecer!, fuiste derribado por el suelo, tú que vencías a las naciones” (Isaías 14,12).

En los cursos de metafísica, control mental, cursos de milagros, etc., se habla del “yo soy” con términos y lenguaje psicológico, cosa que es puro esoterismo disfrazado.

Se enseña a invocar a los ángeles como seres de luz cuando en realidad se invoca a ángeles caídos. Los apóstoles preguntaron a Jesús sobre el demonio, y Él respondió: “Yo estaba viendo desde el principio del mundo a satanás caer del cielo a manera de rayo” (Lucas 10,18).

“Envía tu luz y tu verdad: que ellas me escolten y me conduzcan a tu monte santo, hasta llegar a tu morada. Me acercaré al altar de Dios, al Dios, gozo de mi vida”. (Salmo 43,3-4)

Para tener en cuenta

Todos podemos caer si no cuidamos nuestra fe; de hecho, muchos están creyendo en los engaños de la Nueva Era, pero basta identificar su error básico: convertir al hombre en dios. No somos dioses, sólo hay un único Dios verdadero. Pero su llamado a nosotros es particularmente exigente cuando indica la santidad a semejanza de Dios mismo: “Sed santos porque, Yo, Yahvé vuestro Dios soy Santo” (Lev. 19,2). Esto sólo lo lograremos con la ayuda de Nuestro Señor Jesucristo: por la gracia, la fe, la humildad, pero nunca a la manera de la Nueva Era. Todo lo que somos o tenemos nos viene de Dios nuestro Padre y Creador, del único Mesías que es Jesucristo, y del Espíritu Santo, el único Paráclito.

El Beato Cardenal John Henrich Newman, convertido del anglicanismo al catolicismo, compuso una bella oración conocida como “Oración para irradiar a Cristo”, y en una de sus estrofas dice lo siguiente: “Mi luz toda de Ti vendrá Jesús, ni el más leve rayo será mío; serás Tú, Señor, el que iluminarás a otros por mi medio”.

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